El proyecto lleva el nombre de No'Oxonec y aplica métodos sustentables para recomponer suelos dañados por fumigaciones y generar ingresos para las comunidades
Desde 2017, un grupo de familias qom de las localidades de Pampa del Indio y Presidencia Roca, en la provincia de Chaco, desarrolla un proyecto de producción de algodón y textiles libres de agrotóxicos. La iniciativa lleva el nombre de No’oxonec, un vocablo qom que significa entramado, entrelazado, hecho con las manos.
El proyecto no sólo permite el desarrollo de un sistema agroecológico que aporta a la recomposición de los suelos chaqueños que fueron dañados por fumigaciones con agrotóxicos, sino que también constituye una fuente de ingresos genuina para las comunidades de la zona. La experiencia cuenta con el acompañamiento de integrantes de la Red Popular de Salud “Ramón Carrillo”, quienes trabajan de cerca con las familias campesinas.
“Agroecología de frontera” es el slogan que utiliza No’Oxonec, la primera iniciativa a nivel país que trabaja íntegramente con algodón agroecológico, desde la semilla hasta la fabricación de productos textiles. Los primeros antecedentes del proyecto datan de 2012, cuando familias campesinas qom de Campo Medina y Campo Nuevo, parajes rurales ubicados a 15 kilómetros de Presidencia Roca y Pampa del Indio, iniciaron el proceso de recomposición de los sistemas productivos. Desde ese entonces, los campesinos involucrados en el proyecto empezaron a usar en sus chacras variedades de semillas de algodón no transgénicas que son suministradas por la Estación Experimental Agropecuaria Sáenz Peña del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Para la consolidación del proyecto fue clave el acompañamiento de la Red de Salud Popular Ramón Carrillo, cuyos integrantes también crearon una Fundación y trabajan de cerca con las familias campesinas. “Los acompañamos no solo en la recomposición de los suelos dañados por el avance de las pulverizaciones aéreas con biocidas realizados en campos aledaños, sino también en la gestión de agregado de valor de en la iniciativa algodonera y en el asesoramiento legal”, señala la abogada e integrante de la Red desde 1986, Alejandra Gómez, en diálogo con ambientenea.
Al narrar la historia de No’Oxonec no se puede dejar de lado la lucha contra el avance del agronegocio. Gómez señala que los daños por el uso de pesticidas se observan desde 2006 pero que recién en 2012 se consigue una medida cautelar para que se restrinjan las fumigaciones. Ese mismo año, en Chaco se sanciona la la Ley Provincial de Biocidas Nº 2026, que amplía las distancias de prohibición de fumigaciones aéreas.
En ese proceso de recomposición de los territorios, las familias habían empezado a sembrar nuevamente sus alimentos y en 2016 empezaron a multiplicar semillas no transgénicas en sus chacras. Esas primeras semillas habían sido suministradas por iniciativa de un grupo de ingenieras agronómas del INTA Sáenz Peña.
El primer lote de algodón libre de biocidas fue cosechado de manera manual en 2018. En el proceso de hilado trabajó la hilandería Citertex SRL de Sáenz Peña, mientras que la cooperativa Inimbó, de Resistencia, estuvo a cargo del tejido.
La Red No’Oxonec continuó en expansión en 2019 con la creación del Grupo Gualok, integrado por familias del pueblo qom de Pampa del Indio y Presidencia Roca y la incorporación de familias de Las Palmas y La Leonesa. Desde 2020, se mejoraron los procesos productivos gracias a un acuerdo con la Asociación de Pequeños Productores del Chaco (APPCh), quienes aportaron su expertise en la producción de algodón agroecológico. En la actualidad participan del proyecto 41 familias.
“Acompañamos a las familias campesinas no solo en la recomposición de los suelos dañados por el avance de las pulverizaciones aéreas con biocidas realizados en campos aledaños, sino también en la gestión de agregado de valor de en la iniciativa algodonera y en el asesoramiento legal”
Alejandra Gómez, abogada e abogada e integrante de la Red de Salud Popular Ramón Carrillo desde 1986
La Red Popular de Salud Ramón Carrillo fue creada en mayo de 1989 y uno de sus fundadores fue Santiago Montaldo, un médico que estaba investigando un caso de intoxicación de chicos ocurrido en Machagai, en 1987. Alejandra Gómez rememora que ese hecho fue el detonante para la sanción de la primera ley de Biocidas de la provincia. “Esos chicos fallecieron y Montaldo había sido el perito del caso. Así conoció lo que estaba pasando y comenzó a involucrarse”, señala.
Más tarde se sumó María del Carmen Seveso, una médica que fue la vicepresidenta de la Fundación Ramón Carrillo y organizó el primer taller sobre uso de plaguicidas y efectos en la salud de los trabajadores rurales en Sáenz Peña, en el año 1991. “En las conclusiones de ese taller advirtieron que, si no se tomaban medidas a tiempo con el uso de plaguicidas, las siguientes generaciones iban a tener los problemas en la salud que ahora estamos observando”, recalca Gómez.
“El pueblo es mi vida”, dice Natividad Blanco en una entrevista con ambientenea. La mujer forma parte de la APPCh y es una de las que siembra el algodón sin agrotóxicos en el paraje El Salvaje, a 20 kilómetros al norte de Pampa del Indio
«Mi vida está en el campo. Es una vida tranquila, estamos todo el día trabajando y descansamos cuando hace calor. Cuando me levanto y veo esa chacra con zapallo, maíz y todo sembrado, se me llena el corazón,” detalla. Y añade: “nuestras producciones son sanas. Tenemos verduras de las huertas donde no hay ningún contagio ni contaminación gracias a lo que hacemos”.
La fundación Ramón Carrillo gestiona el agregado de valor y las ganancias que se obtienen son destinadas a para seguir fortaleciendo la etapa primaria. Algunas familias hacen el desmote -el proceso mediante el cual se separa la fibra de las semillas del algodón- de manera manual. En tanto la Red No’Oxonec se propone resultados sociales, ambientales y económicos basados en una cadena de producción agroecológica.
Ante la pregunta de cómo seguir frente al avance del agronegocio, territorios envenenados, nacimientos con malformaciones, aumento de casos de cáncer y enfermedades poco frecuentes, Alejandra Gómez reivindica la importancia de seguir apostando la resistencia de los pueblos originarios y a sus conocimientos. “Llevan más de 500 años resistiendo y tenemos que seguir trabajando para cuidar ese legado”, concluye.